Por Antonio Avendaño, responsable de Público en Andalucía, que me pidió que lo leyera en la concentración de hoy, algo que no podré hacer, pero alguien se encargará ya de hacerlo.
No voy a hablar en nombre de Público, al que estos días todavía estamos enterrando y cuyo funeral aún negociamos con la empresa para que resulte lo más digno y aseado posible. Ya se sabe que cuando te has muerto la única ilusión que te queda es que, al menos, te entierren bien.
No hablo en nombre de Público sino en nombre de todos los periodistas, en nombre de los que son de izquierdas, de los que son de derechas o los de que son de sí mismos, de los que ganan mucho o de los que ganan poco, de los que trabajan en medios públicos o de los que lo hacen en medios privados.
Los periodistas somos gente que trabajamos por cuenta ajena pero a la que nos gusta pensar que lo hacemos por cuenta propia. Somos meros asalariados que por algún motivo tendemos a creer que somos otra cosa. Naturalmente, otra cosa mejor o superior a la de simples asalariados.
Aunque parezca lo contrario, ese bien público que es la información bien hecha está cayendo en la irrelevancia, y sus administradores, que somos nosotros, también estamos cayendo en ella. Y la más amarga e inequívoca prueba de esa irrelevancia es que cuando conocemos bien el oficio, cuando tras largos años hemos aprendido a hacerlo medianamente bien, cuando hemos adquirido cierta pericia profesional, entonces nadie nos contrata.
Mientras tanto:
Nos pagan menos y no reaccionamos.
Nos despiden y no nos inmutamos.
Nos multiplican las tareas y no nos indignamos.
El mundo que alguna vez fue nuestro se derrumba a nuestro alrededor y actuamos como si ese derrumbamiento no fuera con nosotros.
Lo que necesitamos de una maldita vez es un instrumento colectivo de presión que sea eficaz y representativo de toda la profesión, una asociación, un colegio, un sindicato, lo que sea, pero algo que nos represente colectivamente y que tenga una cierta capacidad de intimidación ante las empresas. Ante todas las empresas. No sólo ante las que son públicas o ante las que son grandes o ante las que tienen comité.
Necesitamos meternos en la cabeza la idea elemental de que somos asalariados de la información y de que la única manera de defender nuestro trabajo es tener fuerza colectivamente. No hay otra manera. Nunca la ha habido. Los trabajadores que nunca han creído ser otra cosa que trabajadores lo saben bien. Lo saben desde siempre. Nosotros también deberíamos empezar a saberlo de una vez. Esta profesión debería empezar a aspirar a algo más que a tener un buen entierro el día de mañana. Y debería aspirar a ello aunque sólo fuera por esta razón: porque el día de mañana ya ha llegado y los enterradores están llamando imperiosamente a nuestra puerta.
¿Y no quereis cambiar las cosas? ¿Y no quereis un lugar donde unirnos todos y consensuar causas conjuntas por las que luchar?
ResponderEliminarEse lugar existe. La Asamblea Virtual.
http://15m.virtualpol.com
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