El sábado estuve en el útimo bar gay que me faltaba por visitar en Sevilla, y en el que seguro que menos maricones habrán disfrutado de una copa en su estrecha barra, situada en la planta baja de una estrecha antigua casa de la calle Amor de Dios. Como su propio nombre indica, El Hombre y el Oso es un bar de osos, y además de una decoración kitch, posee dos plantas más, que básicamente son dos cuartos oscuros. Yo tuve suerte y el día que lo visité junto a un amigo había una 'fiesta', vamos, una orgía...como dato puedo decir que no participé, pero si observé durante un minuto escaso...no me voy a quedar con la curiosidad.
Estando allí, con la boca un poco abierta, pero sin tragar nada salvo mi cubata, observaba gente en bolas, con cueros y fiteches varios. Fue algo que me alegró, porque pensaba que Sevilla no ofrecía estas alternativas de ocio, pero ya pude comprobar que sí. Aunque la policía no deje estar a la gente en la calle siempre se puede hacer una orgía.
A mi amigo, pequeñito pero muy guapo, atractivo y masculino, salvo cuando Raquel Revuelta se apodera de su alma, pronto se le acercó un muchachito con ganas de hablar. Hablaron de literatura, porque por la mañana se habían visto en un conocido café, ambos con un libro que intentaron adivinar el uno del otro desde lejos, sin éxito en su agudeza visual, así que se lo preguntaron en la barra del bar.
Sólo los escucha hablar de autores, títulos y preferencias literarias y yo ya iba por mi quinta copa y no estaba para meterme en la conversación, así que seguí contemplando el panorama. Detrás de la barra hay cientos de muñecos de osos, de todos los tamaños y formas: pandas, de peluche, amoros, polares...la mayoría de ellos regalos de una distinguida clientela que llega desde todo el mundo, gracias a sus años de historia y a que el movimiento oso es un movimiento internacional, y como ejemplo el Guadakibear, que cada año gana más fama entre osos de todo el mundo.
No daba crédito ante una coversación tan pronfunda, no por nada, si no porque el lugar, la hora y la temperataura se prestaba a todo, menos a eso, por lo que ante mi cara de 'qué coño es esto' mi amigo me explicó lo del cafe de esa misma mañana, algo que me hizo recordar mi primera amor, Teresa, una chica que también leía novelas juveniles policiacas...mañana sigo.
0 Comentarios:
¡Comenta!